En un caso judicial en la Provincia de Catamarca, una adolescente se encontró en medio de una disputa con su padre sobre su educación. Con un contexto familiar de complejidades y violencia, (física, verba, psicológica y económica)la situación se complicó cuando el padre quiso cambiarla de su actual colegio, orientado a las ciencias sociales y humanísticas, a un colegio técnico. La menor se resistió, y la cuestión llegó a los tribunales.
La jueza encargada del caso, Olga Amigot Solohaga, se sumergió en los detalles y las circunstancias que rodeaban la situación. En su análisis, destacó que la participación en el proceso educativo no es solo una cuestión de elegir un colegio, sino que también implica una consideración de la orientación de los estudios, las actividades extraescolares, y la voz del niño en cuestión.
Apoyándose en la ley 26061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, la magistrada reflexionó sobre lo que constituye el interés superior del niño. Con esto en mente, examinó la edad, el grado de madurez, la capacidad de discernimiento de la menor, su entorno social y cultural, y cómo se había adaptado y estaba contenta en su actual colegio.
La jueza también habló de la parentalidad positiva, un concepto que implica cuidados, protección, estructura, orientación, reconocimiento y capacitación de los niños y adolescentes. Subrayó que la adolescente no podía ser forzada a cambiar de colegio sin fundamento, especialmente cuando las dos propuestas educativas eran completamente diferentes.
Además, la magistrada hizo hincapié en la importancia de un nuevo paradigma en las relaciones entre padres e hijos, uno que reconoce a los niños y adolescentes como sujetos de derechos. Resaltó la necesidad de diálogo en lugar de una actitud autoritaria, preparando a los niños para la libertad y promoviendo su desarrollo sin avasallamientos.
En un aspecto más amplio del fallo, la jueza también intimó a ambos padres a evitar cualquier forma de violencia y buscar medios no violentos para resolver los conflictos. Esta parte del fallo reflejó una preocupación por el bienestar general de la menor y su entorno familiar.
Este caso no solo resolvió una disputa particular entre un padre y su hija, sino que también sirvió para reafirmar los derechos y la autonomía de los menores en el sistema legal argentino. La decisión de la jueza Amigot Solohaga puede considerarse un importante precedente en futuros casos, destacando la importancia de la voz de los niños en las decisiones que afectan sus vidas.
En un mundo donde los derechos de los niños y adolescentes están ganando reconocimiento, este caso es un recordatorio valioso de que el sistema legal puede y debe jugar un papel vital en asegurar que estos derechos no sean meras palabras en el papel, sino una realidad vivida.